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Poemas sobre el olivar

Poemas sobre el olivar


Nieves Fernández Rodríguez

Trébol del olivo viejo
Premio “Blas Infante” - Centro Andaluz del Baix Llobregat

INFANCIA
Tu verde ceniciento llegó hasta mi pupila,
lastimosamente.
Tus hojas eran ojos elípticos.
Tu tronco de raíces te enjugaba las lágrimas
pero no eran de aceite,
ni de sal,
ni de agua.


Me acerqué a tus ramizas de despojos
pero no escuché vientos acariciantes.
Un surco a modo de camino me lo dijo.
El olivo está triste,
languidece la florecilla blanca de su ramaje,
se desvanece hacia lechos de tierra
en su frondoso almagre.

Retorcías tu pena en tu copa de cielo
como un mal trago,
como el último brindis que hace el condenado.

Me dejé acariciar por una rama ocre
que se desvanecía al horizonte en llamas
y envolviste tu tristeza en la mía.

Ya sabes que siempre me dolió
cómo te vareaban
aunque tú sonrieras
a ritmo de alpechín
y de aceituna ingrávida.


La criba de mis ansias con mis juegos
filtraba las ausencias
pero tú siempre me comprendías
y el tronco generoso me cobijaba
en gruta o soledad
desde el silencio niño
o escondite de abejas
o aposento de miedos
o casa de madera repleta de muñecos.

Olivo, no me dejes
que el campo se hace huérfano
si me arrancan infancias,
si me extirpan tu suelo.

ADOLESCENCIA
De rodillas rogué tu fruto al frío
y te arropé con paños que te desprotegían
al golpe de las varas.

Ya no puedo jugar al lustre de tus hojas,
ni esconderme en los troncos
de tu bosque encantado.
Apareció el trabajo
de sol a sol nublado
con premio de rebanada frita
o cata azucarada.

Las manos se hicieron violetas al tornasol del aire
que cortaba las venas.
Tu hoguera se encendía en los pasos helados
y ofrecía un calor ficticio de febrero.

Mi piel se enamoraba en los primeros soles
y buscaba en tus formas
caprichos de color de un pintor luminoso del siglo XIX
o palabras con arraigo de Lorca
o la inicial de amor en corazón de savia,
con mi sangre y tu savia.
De ti, olivo, aún guardo adolescencias
con lindes grises y nieblas de lamentos.

¡Cómo ha pasado el tiempo!
Después de mil cosechas sigo viniendo aquí
a ser tu aceitunero.

DECADENCIA
Hoy te tomé un bastón prestado
quería prolongar mi brazo con uno de tus membrudos brazos.
Te dolió la herida y el desgarro.
Ya ves, por los dos han pasado los años.
Ya no sabría andar
por surcos que se abren como labios
sin cerrar la puerta de salida
de este fugaz pasado.

Un surco a modo de camino
me lo está diciendo,

me lo está contando
con voces de arado
y en tono de campo.
Y la tierra toda se está haciendo eco
con temblor callado para no hacer daño.
Olivo que tamizas penas y luz agresiva,
has de despertar a todos los árboles
que exprimen su jugo dorado de almazaras vivas.
Vienen malos tiempos para festejar jocosas cosechas.
Has de dar la alarma
al jornal de invierno,
al aceite sano,
a básculas pobres que pesan pobrezas,
índices de paro
o tractores transportando raíces de árboles
que ya han sido humanos.

Has de dar la alarma a la primavera
y al mediterráneo.

Ahora hay que luchar
rama contra espada,
espada con beso,
beso contra labio,
labio contra rama
para estar presentes en este reparto
que sortea olivos
y arranca las hambres de nuestra esperanza.


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