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            | Álvaro
              Morales 
 El
              olivo de mis sueños Primer Premio
              del Concurso Nacional de Poesía de la IX Feria del Olivo de la
              Ciudad de Montoro 
                
                  A
                  mi hijo Álvarode quien espero toda su poesía
                  La mañana llegóy las estrellas del sol celosas miraban,
 cuando se desvanecían,
 los sueños que habían sido de ellas.
 Las manos frías
 surcaban por el laberinto de las hojas
 que a pesar de tus años
 aún oyen suspiros.
 El latido de la tierra
 buscaba tu jugo,
 el alba desgarraba tus verdes hojas
 al sonido de la vieja campana
 que en lontananza se oía.
 Eres el manto verde del orgulloso monte
 que guarda los recuerdos de un ayer
 que es hoy y será siempre.
 Recuerdo cuando niño
 ver pañuelos blancos de aves en tus ramas,
 cuando comenzabas a ser el amigo
 de mis fantasías lejanas.
 Tu sombra me hacía ver el espejismo
 de tantos sueños
 cuando cantaba a tu rostro verde
 cargado de jugo.
 He muerto a tus pies
 junto a la paz que de ti sale.
 Eres el árbol de la miel
 y el pan del mañana.
 Veo el hielo del silencio
 pasar por mi mente
 y veo a la mujer de mis sueños
 como tus ramas
 que abrazo.
 Apoyo mi cabeza en la lama
 que surge de tus raíces
 y mis manos recorren tu cintura.
 Me proteges del duro sol del estío.
 Olivo milenario del milenario jardín.
 Olivo de mis abluciones.
 Tu fronda abriga mi cuerpo.
 Vendrán los tiempos de cosecha
 y mis sueños regresarán del secuestro
 de tu archivo que permanece perdido
 en el crepúsculo de la mañana.
 El olor de tu aroma calmará mi sed.
 Ahora pienso
 ¿cuándo fue la primera vez que te vi...?
 ¿cuándo creí en tu inmortalidad?
 ¿cuándo comencé a compartir mis sueños contigo?
 Mis diálogos y reuniones
 escribíamos juntos bajo tu sombra
 te curé las heridas
 que el viento....
 y el agua....
 hicieron....
 Aprendí a hacer poemas a tu lado,
 a caminar por ellos como
 aves por tus ramas,
 a compartirte con mis mariposas.
 Cada mañana oigo tu infinito silencio,
 amo mi paciencia de esperarte siempre.
 Ahora soy el viejo niño
 que te encontró
 cuando quise ser poeta
 ¡en la noche y en la mañana!
 y mis manos te volvieron a tocar,
 un viejo secreto recorre de nuevo mi sangre,
 ¡es como si amara al hombre!
 El que plantó tus semillas en la tierra seca,
 y tu vida profunda
 salió de su encierro hacia el sol
 dónde sonríe al ver tu fertilidad
 que tiembla de pasión
 con el influjo de espirituales lluvias
 brotando tus hijos
 y los pájaros al acariciarlos.
 Celeste salvaje rayo
 cuando en la agreste,
 topografía de las tierras del sur,
 en la mañana que el cielo
 derramaba sus lágrimas
 por sus grandes ojos;
 bebieron tus hijos
 que ardían en dura sequía.
 Contigo jugaban animales
 cuando tu mundo en flor
 decía que se había cumplido el nuevo ciclo.
 ¡Árbol del mundo!
 ¡Sostén del cielo que aguanta la tierra!
 Árbol de Minerva; sabiduría de la diosa
 que el campesino comparte.
 ¡Árbol de manjares!
 ¡Árbol social de ceremonias y ofrendas!
 Hoy, en mi fábrica de sueños,
 cuando he vencido a los molinos
 veo que mi alma no envejece.
 ¡Es un sueño azul con aroma de deseo,
 lleno de vida asomado al futuro!
 ¡es el amanecer de pasiones!
 ¡es como el frágil espejo
 que florece ante el rostro del pueblo
 entre temores y miedos!
 También el verde olivo
 pasea tus campos y cuida de ti.
 Pero que nadie cierre las sendas
 que dio a los hombres su ilusión
 como cada poema a su poeta.
 
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