Página inicial

Gratis: Aplicaciones educativas

Juegos Gratis

Tests-manía

Dibujos para colorear

Eco-Calendario

Puzzles educativos

Poemas sobre el olivar

The Beatles

Página de enlaces

Libro de visitas

Correo

 

Índice

 

Test

Rafael Alberti

Mª Jesús Barquero

Juan José Bravo

Antonio Burgos

Jerónimo Calero

Antonio Casares

Francisco Cuaresma

Lázaro Domínguez

Nieves Fernández
Antonio Gala

Rafael García

M. Gª Canalejas

Federico Gª Lorca

Miguel Hernández

Jesús Herrera

Jesús Jiménez

Antonio Machado

Felipe Molina

Álvaro Morales

Juan Morales Rojas

José A. Muñoz Rojas

Carlos Nebrera

Blas de Otero

Emilio Prados

Josep M. Rodríguez

 

Enlaces

 

Poemas sobre el olivar

Poemas sobre el olivar


Felipe Molina Verdejo (1924-1997)

Felipe Molina Verdejo

Soneto

¡Cuando miro tu tronco torvo y fiero,
tu tronco casi humano, padre olivo,
un dios pagano rudo y primitivo
te descubro, un viejo dios ibero.
 
Y preso de tu fuero y desafuero,
cultrario de tu culto y tu cultivo,
muere en tus ramas-brazos, sin motivo,
el cuerpo aceitunado del bracero.
 
Y su sangre y tu savia se confunden
en la tierra irredenta en que se hunden,
como manos crispadas, tus raíces.
 
Y tu torcida y bronca arquitectura
se me aparece cepo y atadura
de estos pueblos varados e infelices.

Olivo-pueblo

Olivo, padre olivo
de la estirpe pagana de los dioses,
varón atormentado
que hundes tus raíces
como manos crispadas
en la tierra que enfeudas y arruinas.
¿Sabes que eres hermano
de los viejos labriegos silenciosos,
como tú, silenciosos?
Jornaleros con ojos de aceituna
y la tez verdinegra.
Los sufridos hermanos de los soles ardientes,
de las albas heladas
en los eneros paridores de tus frutos.
¿Sabes tú que eres pueblo,
que tu unidad se pierde en muchedumbre
de olivar infinito?
Infinito olivar que multiplica
tu imagen y la extiende
como el pueblo fecundo
repite al hombre,
lo funde, lo confunde.
Tú eres pueblo y vives de rodillas
en un Getsemaní de plata sucia,
con un destino negro
de ser un redentor apaleado.
Una vez y otra vez como a los hombres
de este inmenso olivar llamado pueblo,
te arrancan a varazos,
a dentelladas de manos como bocas
tu fruto amargo,
el fruto de tus cópulas secretas
con la luna tendida entre los montes,
cuando pasa el silencio entre tus filas,
y los braceros yacen con sus hembras
en los cortijos negros,
para darle a la tierra otra cosecha
de braceros callados.
Los valles, los alcores
se han llenado de vuestra descendencia,
olivos jornaleros de una gleba infinita,
horda gris y mesnada
de viejos los caciques
que con vosotros cercan y sitian
- ¡con vosotros, pacíficos olivos! -
la cripta ciudadana,
donde vuelan los bronces codiciosos
del dorado sudor de vuestros frutos,
ese sudor que sabe
a llanto y amargura de los siglos.
Vosotros sois testigos
de mucho amanecer esperanzado,
cuando agotan sus alas
en el último vuelo las lechuzas
siempre sedientas de vuestro espeso oro.
¡Olivos jornaleros de una gleba infinita!
Quizá un nuevo viento
sacuda vuestras ramas como brazos,
y os traiga la conciencia
de vuestro poderío de muchedumbre.


Google

 

Resolución óptima: 800 x 600 pixels